19 feb 2011

Alberto Sánchez, el animador cultural inconformista y amable

El escritor, periodista y programador cinematográfico -por nombrar sólo alguna de sus miles de facetas- Carlos Gurpegui, nos regala esta reseña sobre el estreno del documental. Gracias Carlos por este lujo de texto y estas dos hermosa fotos:

A Alberto le conocí en el Gandaya, viendo películas de Godard. Años más tarde y entre semana nos hicimos amigos, en tardes serenas de cine español con Borau, Picazo y otros clásicos. Sus prominentes ojos en transparentes gafas fue lo primero que me llamó la atención cual cruce de personajes del divertido Blake Edwards y del enigmático Roman Polanski. Con temperamento y pasión, Alberto gestionaba y, sobre todo, como bien afirma una de sus sobrinas en el trabajo que nos ocupa, invitaba y dinamizaba, porque a Alberto le gustaba definirse como “un animador cultural”, que es lo que sobre todo era, entusiasta, vivo, cómplice, camarada, abierto y, sobre todo y a mi entender, amable. Alberto Sánchez fue un sabio que supo sacar lo mejor de lo cotidiano, conviviendo amable con su entorno, inconformista, intuitivo y vanguardista. Todo ello queda perfectamente retratado con el lúcido tono y la estupenda narrativa que ha impreso Vicky Calavia en el documental Alberto Sánchez. La proyección de los sueños.

Vertebrado en bloques temáticos, los cercanos a nuestro hombre de cine —familia y amistades— nos muestran cómo amaba el séptimo arte, físico, “material” como afirma el protagonista sobre este arte mecánico, pero sobre todo nos iluminan el perfil humano y de entrañas de alguien que supo vivir y disfrutar de la vida, de las culturas y las artes, de la gastronomía y el compromiso. En sereno montaje, Calavia cose perfectamente afirmaciones y declaraciones, componiendo un nuevo traje para este gentleman aragonés, tan sincero como rara avis, o si no, ahí están como muestra sus múltiples declaraciones sobre la vida, sobre la dignidad de su enfermedad, sobre su encuentro con Buñuel, sobre las imposturas de nuestro cine en pañales o sobre la transparencia de su trabajo. Con un tránsito que cuida significante y significado y fiel al fetichismo coleccionista de Alberto, objetos, cámaras y monitores aparecen como impolutos soportes de los discursos.

Este documental testamentario se muestra en todo momento luminoso, por mucho fantasma que aparezca en patio de butacas o merodeando entre libros, por muchos recuerdos de infancia con sombras y cámaras oscuras, porque Alberto Sánchez. La proyección de los sueños no es una historia de espectros cotidianos, sino un alegato a la vida y a poder hacer cumplir los sueños. Cierra la pieza una reflexión de Alberto de cómo el cine ha transformado los sueños y las imágenes del hombre y la mujer modernos. Como asevera Walter Benjamín, "soñar forma parte de la historia". Alberto ayudó a construir la mirada del cine aragonés, pero también apostó por hacer posibles muchos de esos sueños. Prueba de ello es este documento. Gracias, Alberto. Gracias, Vicky.

Carlos Gurpegui



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